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Temática 4 - Actividad 3

  • Foto del escritor: Aranza Cabrera
    Aranza Cabrera
  • 31 jul 2021
  • 5 Min. de lectura

Esperando te encuentres de maravilla te comparto un nuevo reporte de lectura que abarca el capítulo 11 y 12 del texto Ensayos sobre Psicología Materialista Psicología, Historia y Neurociencias escrito por E. Alejandro Escotto Córdova


El proceso de encefalización y las formas de regulación psíquica


Para el materialismo, el principio fundamental es que todo lo existente puede ser explicado con las leyes de la materia en sus diversos niveles de complejidad, el punto central consiste en saber de qué naturaleza es el carácter material del psiquismo, especialmente el humano.


Griegos; alma–cuerpo Romanos y cristianos; mente–cuerpo Casmannus; conciencia vs cerebro Wundt y la primera psicología experimental; lo heredado y lo aprendido Conductismo; sistema nervioso e inconsciente Freud y el psicoanálisis; epistemología y biología Piaget; reestructuración perceptual e isomorfismo Gestalt; psiquismo humano y sistema nervioso


El psiquismo humano no puede ser explicado sin el sistema nervioso pero no puede ser reducido a éste. A su vez, los procesos sociales no bastan para explicar el origen y la naturaleza de lo psicológico, pero sin ellos sería inconcebible. Lo psicológico no puede ser biologizado ni sociologizado. Mucho menos suponer que lo psicológico tiene una independencia tal de lo biológico y lo social que, al vincularse mecánicamente, lleva a definir al hombre como la unidad de lo bio–psico–social.


Las condiciones históricoculturales modifican las configuraciones nerviosas y, por supuesto, que las configuraciones nerviosas (genética y ontogenéticamente determinadas) condicionan (dificultan o facilitan) el impacto mediante el cual la cultura puede modificarlas.


La tendencia evolutiva hacia el desarrollo progresivo de centros nerviosos hacia la parte más rostral del encéfalo para permitir un incremento de las funciones en sistemas ya anteriormente organizados para la actividad refleja.


Una serie de interacciones bioquímicas que involucran la entrada de calcio, la síntesis de aminoácidos a partir de enzimas, la formación de neurotransmisores, su empaquetamiento en vesículas, la fusión de éstas a las terminaciones neuronales, la correspondiente liberación del neurotransmisor, la modulación de esta liberación por otras moléculas (enzimas, neurotransmisores, hormonas, péptidos), la captación de estos transmisores en la terminal postsináptica y los correspondientes cambios bioquímicos, permiten que el impulso continúe o se inhiba. El conjunto de estos cambios es el impulso nervioso y la comunicación neuronal.


la interacción del organismo sano con el medio ambiente (estimulación) es responsable —no el único— de los procesos de excitación, diferenciación, plasticidad, crecimiento y/o muerte de las células nerviosas. La actividad simultánea, jerárquica y secuenciada de las diversas estructuras nerviosas adquiere mayor capacidad moldeable en función de la interacción del organismo con el medio. A estos procesos combinatorios que permiten regular la actividad de los organismos los llamamos procesos psíquicos.


La evolución del sistema nervioso estuvo estrechamente ligada al desarrollo de la movilidad animal con sus órganos y vías correspondientes. Por tanto, el origen del sistema nervioso tiene que ver con el origen del sistema neuromuscular, es decir, de las células receptoras, efectoras y centralizadoras del sistema muscular.


La especialización neuronal llevó a la aparición de células que trasmiten sensaciones cutáneas, dolorosas, propioceptivas. Las neuronas se transforman y algunas sólo mantienen el axón central dando origen a las neuronas de asociación. El reflejo de la curvatura desaparece en la medida que aparecen las extremidades, dado que es más fácil el reflejo del mismo lado. La decusación se hace doble y el arco reflejo más complejo como signo evolutivo.


Con la plasticidad cerebral aparece una marcada tendencia a la flexibilización de las estructuras nerviosas, a su moldeabilidad por la interacción con el medio. La corteza cerebral adquiere funciones insustituibles en dicha plasticidad. Con ello, se desarrolla a la vez una progresiva subordinación de las funciones y la actividad al cerebro anterior.


La conducta es regulada por el estímulo sí y sólo sí éste se encuentra presente. De simples reflejos coordinados se avanza un paso más con la aparición de los instintos y su interacción con los reflejos. La conducta instintiva es iniciada por el estímulo pero continúa aún desapareciendo éste. Sin embargo, esta autonomía del estímulo no va aparejada con su capacidad de modificación por la experiencia. La conducta instintiva es innata e invariable dentro de ciertos rangos en los individuos de una especie.


De las formas de regulación sensorio motrices (sensación, atención y percepción), académicas (condicionamiento y memoria perceptual) y afectivas (necesidades, motivaciones, emociones) comunes a todos los mamíferos, se pasa, en el hombre, a la regulación anticipatoria por medio del lenguaje, la conciencia, el pensamiento, la imaginación y la voluntad lo que modifica a los anteriores procesos haciéndolos voluntarios, haciendo a la reestructuración perceptual sujeta a la mediación del lenguaje, generando la memoria lógico–verbal y los sentimientos conscientes con sus predisposiciones inconscientes. Todo ello, filogenética e históricamente, fue la condición de existencia de la cultura y de la ciencia, es decir, de la sociedad humana.


Metafísica, Neurociencias y Psicología


El problema de las relaciones materia–espíritu han sido el centro de discusión filosófica, psicológica y ahora neurocientífica desde la antigüedad hasta nuestros días. El debate ha renacido en los principales investigadores del sistema nervioso a la luz de sus propias investigaciones y descubrimientos. Este ha demostrado una vez más que, al margen de los grandes galardones científicos que un personaje tenga, su concepción filosófica sobre el problema materia–espíritu esta condicionada por algo más que un premio Nobel.


La distancia y brecha entre los avances en el conocimiento del sistema nervioso y la solidez de las teorías científicas en psicología ha dado pauta a un sinnúmero de especulaciones y replanteamientos metafísicos, dualistas o francamente místicos sobre la mente, la conciencia o el psiquismo. En un intento de búsqueda de tal naturaleza no debería sorprendernos que se acabará con tal tesis: “la imagen es inmaterial; es un principio más allá de la materia.”.


La psicología científica y, particularmente la neuropsicología, han demostrado que esta tesis es falsa. Una concepción así, propia de la teoría de las facultades mentales que rigió durante varios siglos, no corresponde a la realidad psicológica. Con una concepción así, el intento por buscar su locus neurofisiológico sólo puede acabar en fracasos y misticismo. Nunca podremos encontrar una zona nerviosa exclusiva que delimite a un proceso psicológico de tal manera concebido, por la sencilla razón que los procesos psicológicos son formas distintas de regular la actividad.


A su vez, entender que las formas de regulación de la actividad expresan distintas combinaciones de estructuras nerviosas en función de su interacción con el medio ambiente, nos permite tender puentes más sólidos para dar cuenta del contenido psíquico, es decir, del conjunto de vivencias, de experiencias a las que el sujeto se expone, asimila, registra y modifica en el curso de su desarrollo.


Al biologizar lo psíquico con estos dos supuestos —(a) la reducción del contenido psíquico a lo neurológico y (b) los procesos psicológicos entendidos como entidades cerradas, autónomas, independientes y acabadas— los neurocientíficos y neurólogos pueden caer en la gran decepción de descubrir que entre más conocen el mecanismo neuronal menos encuentran la conciencia, el pensamiento, la voluntad y lo “espiritual.”.


Todo lo anterior no ha venido sino a confirmar lo que psicólogos de la talla de Vigotski supusieron teóricamente que ocurría en el funcionamiento de los procesos psicológicos en años tan tempranos como 1930 y que, sobre la base de esta concepción discípulos suyos como Smirnov, Leontiev, Anojin, etcétera, desarrollaron la psicología materialista y la neuropsicología. El término usado frecuentemente por Vigotski fue sistemas funcionales complejos y que en Luria recibió el nombre de bloques funcionales del cerebro.


Referencia:

Escotto, E, A. (2004). Ensayos sobre psicología materialista. Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, UNAM.


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